EXPOSICIÓN CRISTINA MEJÍAS

Cristina Mejías Bamio se puede definir como una artista conceptual. Desde muy niña recibió una sistemática formación artística en su país natal.

Nació en Maracaibo, Venezuela, hija de padre y madre gallegos y afincada en Lugo  desde el retorno de su familia en 1982.

Titulada en CC.Empresariales por la Universidad de Santiago de Compostela, realizó su primera exposición de pintura en 1986 junto con otros artistas locales en la ciudad de Lugo. Desde entonces tiene en su haber una treintena de exposiciones individuales y colectivas de pintura y dibujos predominantemente en Galicia, siendo la última individual de óleos en el año 2007 en la Galería Amararte de Lugo.

Entre su trabajo como docente y posteriormente la dedicación plena a su propia familia, sus hijos, el arte fue quedando relegado a un segundo o tercer plano, pero inevitablemente seguía inherente a su alma y como pudo fue encontrando puntos de fuga… Así, fueron aflorando otras facetas como la poesía y de manera sutil y efímera el teatro.

La fotografía, dentro de su historia de vida, es muy reciente, apenas en el año 2009 manteniéndola oculta hasta el año 2011. Tuvo su razón de ser en una búsqueda, una exploración y conocimiento de sí misma durante un duro período de su vida a través de los autorretratos, para luego profundizar en la expresión de sensaciones muy íntimas y cercanas a través de la exploración del propio cuerpo con la lente de la cámara.

Así, en 2012 empezó a salir tímidamente a la luz, teniendo la oportunidad de ser seleccionada para participar como artista extranjera invitada en el Kultural Festival StuStaCulum en Munich –Alemania-.

Y desde entonces participando en muestras e iniciativas colectivas hasta llegar a esta exposición individual y presentación de ESENCIA, muestra en la que comparte por primera vez el auto conocimiento con el que aprendió a descubrir y a amar su propio cuerpo y sobretodo donde comenzó esta relación tan rica y totalmente apasionada con la fotografía.

«Fotografiar mi propia imagen fue un tremendo acto de valor que dio paso a la curiosidad. Fotografiarme empezó siendo un caminar interior desde afuera hacia adentro, para después sorprenderme de lo que quedaba recogido y reflejado. Poco a poco fui recorriendo el territorio de mi cuerpo, encontrando miles de recovecos y paisajes que hasta ese entonces no pensaba que existieran. A partir de allí es un desafío el ir más allá de la imagen que impresiona mi retina, el secreto que está encerrado por debajo de la piel o en lo que estoy contemplando.  Al final es la propia imagen la que me usa para expresarse, basta con preguntarle»